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sábado, 7 de julio de 2012

LO QUE APRENDÍ DE UN AMIGO QUE SABE QUE VA A MORIR


Hola, hoy me trae a escribir a este blog un montón de sentimientos encontrados, son muchas cosas por decir, que lo mejor es comenzar con lo primero a expresar y tiene que ver con "La salud es un regalo muy preciado".
Estar sano y poder disfrutar de la vida es una de esas grandes cosas que se tiene y que en muchas ocasiones no sabemos valorar mientras duran. Cuando hay salud tenemos todas las posibilidades para poder aprovechar y disfrutar la vida. Desafortunadamente, la mayoría de las personas comienzan a valorar su salud justo cuando la pierden. Estar saludable implica cuidar el cuerpo, comer en forma nutritiva, descansar, hacer ejercicio, pero también tener una buena actitud ante las circunstancias que se presentan, gozar de pensamientos positivos, estar alegre, ser amable y agradecido. La salud es indispensable y realmente no tiene precio.
Por esta razón, hay que cuidar y valorar cada día que estamos sanos y podemos disfrutar de las cosas bellas que la vida nos ofrece. Mantener un cuerpo saludable permite disfrutar la vida.
Una persona sana física y mentalmente es una persona contenta, fuerte y capaz de luchar por la vida por más difícil que esta sea.
Pero a todos en algún momento de nuestra vida nos ha alcanzado “La Adversidad”, bien sea, por perder el empleo, un amor y otras cosas, claro nada de lo que les puedo nombrar, es más importante que perder la salud, porque con salud todo puede ser recuperable y hasta lograrlo mejor que lo que tenías antes. Para lo anterior, recuerda que: "La Adversidad es una maestra con dolor".
Una gran equivocación que mucha gente comete es la de pensar que cuando las cosas no salen como uno espera y la vida se pone más difícil es porque uno tiene una maldición o sufre un castigo. Lo cierto, es que la adversidad y los grandes sufrimientos también traen oportunidades de crecimiento y momentos de definición. Cuando uno está en un momento de confrontación personal, se debe preguntar: ¿Qué debo aprender de esto?; ¿Cómo me puedo hacer mejor persona?. De nada sirve lamentarse y preguntar preguntas que no se pueden responder como: ¿Por qué me pasa esto a mí?.
Los desafíos, no siempre se dan con tragedias, muchas veces tienen un tono distinto como en este caso, sin embargo la sensación es muy parecida.
Aprendiendo con la adversidad: La adversidad es un componente integral de toda persona, ya que el desafío ayuda a crecer. No olvides que: “No existe bienestar sin obstáculos y no hay retos que no traigan oportunidades”.
Ahora, lo grave de la situación es cuando se trata de perder uno la salud y más delicado aún cuando el daño es irreversible, ya saben a lo que me refiero, cuando: "El doctor nos dice o dice a alguien cercano que se va a morir". Esto es el punto irremediable a dónde quería llegar, debe ser, no terrible sino horrible enterarte de algo así. Empezando por la manera en que el médico le diga la noticia al paciente y sus familiares.  Nadie niega que los doctores sean una bendición enorme; gracias a su trabajo, al tiempo que dedican y sus grandes aportaciones, hoy en día contamos con una mejor calidad de vida. Son incontables el número de vidas que han salvado gracias a una operación, un trasplante o un buen diagnóstico; hombres, mujeres y niños que continúan gozando de la vida, gracias a algún médico prodigioso que les devolvió la salud. ¿Pero qué pasa cuando algún doctor decide decirle a su paciente que se va a morir?. Por más complicada y avanzada que sea cualquier enfermedad los médicos no siempre tienen la última palabra. La fe, la esperanza y la lucha por la vida, a veces logran verdaderos milagros. ¿Cuánta gente ha vivido más de veinte años después de que un médico le ha dado la triste sentencia “no le doy más de tres meses, lo siento”?
Rafael, un buen hombre que nunca dudo en tenderle la mano a quien lo necesitará (incluyéndome y a mi amiga Sayonara), amigo y apreciado por sus vecinos y clientes  y Xiomara (su esposa) esperaban impacientes la llegada del doctor para obtener los resultados de los exámenes que le habían realizado. El doctor les podría decir con exactitud si la enfermedad era grave y delicada o si simplemente se sentía mal por algún malestar pasajero. Después de varios análisis y estudios, días de tratamiento, de múltiples medicamentos y grandes cambios en el estilo de vida, ellos tenían la esperanza de que no fuese una temida enfermedad y la pesadilla quedara atrás.
En el momento que entró el médico al consultorio, la ansiedad de la pareja era evidente; el aire se sentía denso y pesado. Rafael inmediatamente preguntó: “¿Al fin, que tengo?. “El doctor respondió: “Se va a morir”. Ambos se quedaron helados. De repente se sintieron invadidos por la oscuridad y se esfumo la esperanza.
El doctor continuó explicando el diagnóstico, el tratamiento a seguir, la frecuencia, la duración etc. Pero ni Rafael ni Xiomara pudieron prestar atención a las palabras del médico; sus ilusiones habían desaparecido y el dolor daba su aparición y multiplicado.
Por supuesto, que si la enfermedad es mortal no se debe ocultar. Pero decir la verdad no quiere decir que uno deba ser cruel. No hay duda que la medicina está muy avanzada y los doctores tienen una buena preparación, pero el destino de cada persona solo lo decide Dios, y la lucha por la vida no termina hasta que se apague la última luz.
Cuando se es sensible a los sentimientos del paciente hay más apertura y mejora la disposición para cualquier futura decisión y tratamiento.
Decir la verdad es un valor universal. Nadie niega que hablar con la realidad es básico, sin embargo es importante saber cómo y cuándo decir las cosas. Si el decir toda la verdad dañará y perjudicará a la persona, entonces es recomendable medir las palabras y decirlas justo de acuerdo a la necesidad del paciente.
Cada persona y cada condición es única, hay que tratar a cada quien como la situación amerite. No hay reglas, cada persona requiere un trato distinto. Para los doctores lo más importante debería de ser preservar la vida y mejorar la calidad de esta. Dar fe y esperanza, entender a cada individuo y tener una sincera compasión, hace del médico un verdadero ser humano con valor y conocimiento.
La información que se da debe ser beneficiosa y terapéutica. Entre más clara y precisa sea la comunicación y la comprensión de la situación, más fáciles serán las decisiones a tomar; el paciente se siente más contenido y menos angustiado. Si uno toma parte activa dentro del proceso de su sanación, la posibilidad de mejora aumenta y la sensación de impotencia se reduce, ya sea que se trate de una enfermedad terminal o tratable.
“No se trata de ocultar la verdad de una enfermedad, sino de cómo, cuándo y para qué se dice el diagnóstico y el pronóstico del paciente”.
Lo mismo, va con la familia, la mayoría piensa que ocultándole el diagnostico a ese ser querido es hacer lo mejor, pero resulta que se alejan de ellos, escondiendo los sentimientos para que no se dé cuenta, es peor, ya que muchas veces este piensa que al enfermar se ha convertido en un estorbo, es la manera de interpretar la lejanía. Según, Rafael lo mejor es cuando les dicen la verdad, es duro y difícil aceptarlo, porque me comento que se pasa por varias etapas (rechazo a la verdad, incredulidad, rabia e impotencia, depresión, aceptación y conformidad) pero al mismo tiempo, te da la oportunidad de organizar y poner todo en orden, incluyendo tus sentimientos; y lo mejor es que puedes compartir y expresar a tus seres queridos tus sentimientos, decirles cuanto los amas. Mi amiga Sayonara Cecilia, ésta de acuerdo con esto, ella lo aprendió de la experiencia con su madre, quien falleció de cáncer de seno, y dice que es lo mejor decirles la verdad con delicadeza, apoyarlos y darles todo el amor y afecto en el tiempo que les quede de vida.
El diagnóstico a Rafael fue dado en el mes de Febrero, 3 tumores cancerígenos mortales están alojados y creciendo en su cabeza, se le dio 3 meses de vida, han transcurridos 5 meses, lleva 2 más de los pronosticados.
Lamentablemente, para Rafael su vida se extingue de poquito a poquito, ya perdió sus movimientos motores, ni habla, yace tendido en su lecho pero aún consciente, hace mucho que no lo veo, porque no lo permiten a su petición, él quiere que lo recuerden como siempre.
En fin, ya estamos aquí a lo más difícil y diríamos a la etapa final. Si hay una cosa que todos tenemos que enfrentar en la vida, si hay algo que no distingue credo, sexo, riqueza, color de piel, algo que es casi una representación perfecta de igualdad entre todos los seres que habitamos éste planeta, es “La Muerte”.
Pudiera éste ser un tema algo escabroso y hasta ofensivo para algun@s pero es inevitable, y digo esto en la certeza de no conocer hasta ahora a ningún inmortal que escape a esta realidad…
Y no es que ande deprimida ni nada por el estilo, en lo absoluto, es que éste blog como dije en alguna parte, es donde escribo y plasmo cosas que me han pasado y reflexiones sobre temas que me atraen. No quiero decir con esto último que la muerte me sea atractiva, pero ¿Qué puedo hacer?, tarde o temprano todos deberemos enfrentarla.
Existen muchas teorías sobre que ocurre después de la muerte, muchos creen en la reencarnación, el karma otros hablan de paraísos o infiernos, otros están ciertos a pensar que todos nos vamos al mismísimo demonio e inclusive hay quienes simplemente la obvian por temor o por comodidad.
Y digo yo, si todos debemos enfrentarla no es mejor aceptarla como algo a lo que no podemos escapar, algo que es inevitable y que está allí, acompañándonos a cada paso, viéndonos desde su lugar esperando el momento para tomarnos de la mano y llevarnos a un paseo que no sabemos a dónde nos lleva.
Ella, la muerte, puede ser sutil, absurda, cruel, digna, heroica, accidental. En fin, ella puede asumir y asume siempre diversas posturas. No quiero que se piense que hay que tenerla de amiga, pero si presente que el algún momento de nuestra vida deberemos enfrentar tarde o temprano.
En las diversas culturas y religiones se la ve de diferentes maneras, algunas religiones la ven como un juicio al que debemos enfrentar por nuestros actos durante la vida terrenal, otras la ven como la liberación de la vida hacia planos astrales más elevados.
La muerte es un misterio, ¡claro que lo es!. ¿Debemos sentir miedo ante ella?. Yo creo que no, pero todos o la mayoría le tememos. Tal vez, lo que más no atemoriza es la manera en qué moriremos, pero no en morir. ¿Acaso podemos evadirla?... No sé de nadie que lo haya hecho y si así fuera debería darme la receta, sin embargo al reflexionar al respecto me entra un pensamiento mucho más funesto que la propia convicción de que voy a morir algún día; ¿Valdrá la pena vivir dejando tras de nosotros aquellos que vinieron después?, me refiero a hijos, sobrinos, hermanos, nietos. ¿Se imaginan vivir luego de que esas personas mueran?. Tal vez, el destino nos depare una larga vida y deberemos ver morir a muchos seres queridos.
Insisto, es mejor aceptar a esta señora que tratar de embarcarla, esto último es estúpido y además no tiene sentido, igual ella siempre gana.
Ahora bien, ¿Qué es la muerte?. La terminación de la vida diría yo, sin embargo hay muchos conceptos e interpretaciones, todas van juntas de la mano a la ciencia, la cultura, religión o filosofía de quien la interpreta.
A quienes le hacen culto, prueba de ello son las creencias y cultos que practicaban los Aztecas, hoy en día existen cofradías, logias, y que se yo que otras tantas agrupaciones que ven a la muerte de maneras inverosímiles. Hay gente que hasta la ve en tono de broma. No soy quien para juzgarles y no es mi interés hacerlo.
"La muerte es una transición a una nueva vida. Esto suena muy hermoso, pero pocos de nosotros deseamos hacer esta transición. Podría ayudarnos si nos diéramos cuenta de que nuestra transición final viene precedida por muchas otras transiciones anteriores.
Cuando nacemos hacemos la transición de la vida en el útero a la vida en la familia. Cuando empezamos la escuela hacemos la transición de la vida en la familia a la vida en una comunidad más amplia. Cuando nos casamos hacemos la transición de una vida con muchas opciones a una vida comprometida con una persona. Cuando nos jubilamos hacemos la transición de una vida con una tarea bien definida a una vida que nos exige una nueva creatividad y sabiduría.
Cada una de estas transiciones es una muerte que nos lleva a una vida nueva. Si vivimos bien estas transiciones cada vez estaremos mejor preparados para la gran transición final".
"Llega un momento, en las vidas de todos nosotros, cuando debemos prepararnos para la muerte. Cuando nos hacemos viejos, cuando nos enfermamos de gravedad o corremos un serio peligro, no podemos preocuparnos simplemente con la pregunta de cómo mejorar, a menos que “mejorar” signifique pasar a una vida después de la muerte.
En nuestra cultura, que de tantas maneras está orientada hacia la muerte, encontramos poco apoyo, si acaso alguno, que nos prepare para una buena muerte.
La mayoría supone que nuestro único deseo es vivir más tiempo en esta tierra. Sin embargo, morir, como dar a luz, es un camino hacia una nueva vida, tal como lo dice Eclesiastés 3:1 y 2 “Todo tiene su momento, y cada cosa su tiempo bajo el cielo: Su tiempo de nacer y su tiempo de morir”.
Debemos preparamos para nuestra muerte con el mismo cuidado y atención con que nuestros padres se prepararon para nuestro nacimiento".
Hay mucho más que decir sobre la muerte, pero no deseo seguir, ya ha sido suficiente por el día de hoy, además no quiero dejarles un fin de semana pensando en la pelona.




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