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sábado, 16 de marzo de 2013

MENSAJES EN BOTELLAS. SIGUIENDO SU CAMINO… SUEÑOS.

A veces me pregunto, qué será de todos esos mensajes en botellas que los náufragos desesperados lanzan al mar. ¿Serán engullidos por la fiereza de las aguas y vivirán en el cementerio de las botellas con mensaje? ¿Serán ninguneados por algún despreocupado paseante?... Hay noticias de botellas que navegan durante un par de décadas y luego son encontradas en mares vecinos.
Mi gran curiosidad me ha hecho que nos embarquemos en una posible aventura de mensajes:

El primer dato que me sorprende es del cineasta argentino Nicolás Herzog: El director de Orquesta Roja sonríe mientras le muestra a un diario su propio tesoro botellístico. La escribió su tatarabuelo Juan Capellino, el 21 de agosto de 1908, cuando Pilar –una comunidad del centro santafesino que hoy tiene alrededor de cinco mil habitantes– era poco más que un caserío.
“Capellino llegó al país en la década de 1870. Mis abuelas y tías siempre contaban que el contacto entre los colonos y los aborígenes había sido complicado, y que nadie se salvaba de trabajar en el campo”, cuenta Herzog. En una de las visitas que la familia hizo a los predios de Pilar –hace algo más de una década– alguien se tropezó con un cuello de vidrio que sobresalía del suelo. “Resultó ser una botella con un escrito del tatarabuelo. Pará que te lo leo. El estilo es alucinante”, anticipa el realizador.
“Ojo señores: El señor Juan Capellino en el año 1884 ha puesto el primer ladrillo bajo de tierra después de haber pasado muchos años y renovó la vieja casa en 1908 que fue hecha por los albañiles Juan Verandi y Juan Capellino (o sea él) y los demás piones (y aquí nombra a sus hijos: José, Miguel, Pedro, Victoria, Juan, Eugenio, Magdalena, Inés, María, Lucía y Rosa). Firma: Juan B. Capellino, casado con Catalina Turinetti, con ocho años de colegio, propietario de cien animales, y resolto de jugar todo el día con el butir”. El entrevistado reconoce que el significado de la palabra “butir” –para bien o para mal– es para él un misterio.
El segundo, es un récord en el mar: Hallan un “Mensaje en una Botella” que tiene casi 100 años. Parecería una historia romántica, casi utópica. Pero cuando un pescador escocés lo sacó de sus redes, no encontró un mensaje de alguien herido de amor ni un SOS de un marino abandonado: Una botella pasó casi 98 años en el mar, albergando en su interior un mensaje que fue encontrado en Escocia en Abril del 2012;  y rompió el récord mundial por su permanencia en el agua resguardando en su interior un papel.
La botella, fue lanzada al océano el 10 de Junio de 1914, y capturada por la red de Andrew Leaper, un pescador escoses, quien descubrió la botella al revisar lo que su red había levantado del mar cerca de las islas Shetland, al noreste de las costas de Escocia, descubierta exactamente 97 años después de ser lanzada, perdurando todo este tiempo a la deriva en el mar por casi un siglo. Por lo que consiguió batir el máximo anterior en más de 5 años, según los responsables del Libro de Guinness de los Récords.
Pero aunque la historia parece romántica, en realidad es más bien científica. Y es que la botella 646B fue lanzada al mar desde Glasgow por científicos marinos como parte de una tanda compuesta por 1.890 envases-carta liberados como parte de un proyecto de investigación científica para mapear las corrientes de los mares alrededor de Escocia. Dentro de cada botella había una tarjeta postal en la que se pedía a quien la encontrara que registrasen los detalles del hallazgo y prometía, en recompensa, una moneda de seis peniques.
Hasta el momento sólo se han encontrado 315 botellas. "Con tantas aún sin recuperar, siempre existe la oportunidad de que una de ellas, todavía a la deriva, sea encontrada por un barco y una vez más se rompa el récord".
Un dato que llama la atención es que los pesqueros que la hallaron parecen tener suerte encontrando históricas botellas. De hecho, el récord previo – un mensaje en una botella de 1917 – fue fijado en el 10 de diciembre de 2006 por Mark Anderson, –otro pescador de las Islas Shetland (Reino Unido), amigo de Leaper que navegaba en el mismo barco, el “Copious. “Ha sido una coincidencia increíble”–.
Para aquel entonces, fue considerado por el libro Guiness de los Records el mensaje que más duró en su itinerario, ya que el texto había entrado al mar noventa y dos años y doscientos veintinueve días antes.
Voceros de un museo en Polonia dijeron que un grupo de albañiles que estaban trabajando en un edificio cercano al que fue el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau hallaron una botella con un mensaje que se cree fue escrito por prisioneros.
 El texto, hecho con un lápiz, se remonta a hace 65 años y contiene los nombres de siete personas, los números que les impusieron en el centro de reclusión y las ciudades de donde eran oriundas.
Cuatro de los sujetos, cuyas edades oscilaban entre los 18 y 20 años, eran polacos y uno de nacionalidad francesa.
El portavoz del Museo de Auschwitz indicó que al menos dos de las personas incluidas en el mensaje sobrevivieron, aunque no han podido determinar qué pasó con ellas.
De acuerdo con el periodista de la BBC Terry Egan, la botella fue encontrada en la pared de una escuela en la ciudad de Oscwiecim. El plantel escolar, ubicado a pocos metros del campo de concentración, había sido usado por los Nazis como un depósito durante la Segunda Guerra Mundial.
Durante los trabajos de los constructores la botella se desprendió de una de las paredes.
Los miembros del museo autenticaron el hallazgo y uno de los voceros señaló que de acuerdo con lo leído, los detenidos pensaban que morirían en Auschwitz. El mensaje, indicó, fue un intento por dejar evidencia de su existencia.
Más de un millón de personas, la gran mayoría judíos, fueron asesinadas en la llamada "fábrica de muerte" del complejo Auschwitz-Birkenau.
Humberto Ligaluppi, encargado del gabinete fotográfico de la Jefatura de Policía entre 1920 y 1947, arrojó su botella con un mensaje simple para las futuras generaciones de Neuquinos: “sea ésta un motivo para el que lo encuentre, que le ha de servir para evocar estos tiempos tan difíciles”, escribió el cinco de abril de 1939.
El mensaje, dentro de una botella, fue hallado 60 años después de haber sido escrito cuando obreros que trabajan en la obra de Recuperación del Casco Histórico de la Casa de Gobierno repararon el piso de una las oficinas que da al primer patio de edificio. En ese lugar, funcionó la caballeriza de la Jefatura de Policía.
El hallazgo se mantuvo en reserva para dar tiempo a los historiadores para que certifiquen su autenticidad. Por el momento nada hace dudar que el mensaje sea apócrifo: quien dice haberlo escrito existió, y parte de su familia vive en esta ciudad. También coinciden otros nombres que están citados como el del gobernador Enrique Pilotto; el Jefe de Policía, Cornelio Giménez y otros como el de Horacio Ratti, Ismael Carmelino y José La Merica.
Junto al nombre de Ratti, además del cargo de subcomisario, destaca su condición de “poeta”. Ratti fue a fines de la década del 30 vocal de la biblioteca “Juan Bautista Alberdi”. Tiempo después fue presidente de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE).
¿Qué ocurrió el cinco de abril de 1939 que llevó a Ligaluppi a dejar constancia de los tiempos difíciles? Esta pregunta aún no tiene respuesta. Su hijo, Juan Carlos, vecino de esta ciudad, lo atribuye a una “rapto de melancolía”.
El mensaje de Humberto Ligaluppi estaba dentro de una botella de naranjada. Escrito a máquina, tiene errores de tipeo y de puntuación lo que indica que no fue corregido. Parte del papel se dañó cuando lo retiraron de la botella. A continuación se transcribe textualmente.
“Para que en tiempos futuros, cuando de nosotros ya no queden “rastros”, sea esta un motivo, para el que lo encuentre, que le ha de servir para evocar estos tiempos tan difíciles en todo órden y más aún para nosotros los empleados de policía, en que aprte (aparte) de tener que desempeñar una tarea tan ingrata por muchas causas, estamos obligados a pasar lo mejor de nuestra vida, en estos parajes, que quiera Dios, que al tiempo de encontrar este papel sea mucho mejor.

He aquí los nombres de las autoridades de ahora:
Gobernador: Coronel D. Enrique Pilotto
Jefe de Policía: D. Cornelio Giménez
Secretario de Jefatura: Comisario Anibal B. Gonzalez
Empleados: Sub Com. Diego Paso-oficial, Francisco Gomez, Funes-Nogueira- Sub Com. Horacio Ratti (Poeta). Ismael Carmelino, Jose Vi Cente. Bozetti.
La Merica. y Humberto Ligaluppi que es el que esto escribe.
 
Jefatura de Policía.
Neuquén. Abril 5 de 1939”.
Un mensaje dentro de una botella fue arrojado al mar en la bahía de Barnegat en la costa de Nueva Jersey hace ya 39 años atrás, increíblemente la botella fue hallada después de todo ese tiempo a unos 600 kilómetros al sur del estado de Carolina del Norte.
La botella fue encontrada en Octubre de 2008, por Mark Ciarmello y su pequeña hija en una playa ubicada en la comunidad de Corolla, Carolina del Norte, la marca de la botella pertenece a la marca de cerveza Schaefer con fecha 17 de agosto de 1969. Lo más esperado fue saber qué dice el mensaje, de forma breve pero elocuente el escrito dice: “Si lo encuentra, por favor notifique esto a la segunda compañía de bomberos de North Haledon”.
El hombre que encontró la botella y su mensaje dentro reside en Downingtown en el estado de Pensilvania e informó que hizo lo que decía el mensaje, con su teléfono celular marcó el número de North Haledon enviando a través del aparato imágenes de la botella para que pudiera ser vista por los bomberos. Hasta el momento no se sabe quién fue el que arrojó la botella, los bomberos especulan que esto pudo haber ocurrido en un día de pesca que se acostumbraba realizar varios años atrás.
Un belga que lanzó una botella al mar con un mensaje dentro recibió una respuesta 33 años más tarde a través de la red social Facebook. En 1977, Olivier Vandewalle pasaba sus vacaciones navegando frente a las costas británicas cuando arrancó una página de su cuaderno y decidió contar su aventura.
"Yo soy un chico de 14 años y vivo en Bélgica. No sé si eres un niño, una mujer o un hombre. Navego en un barco de 18 metros. Su nombre es Tamaris. Al mismo tiempo que escribo esta carta, acabamos de pasar por Portland Bill, en la costa sur de Inglaterra. Partimos esta mañana", decía el mensaje.
Treinta y tres años más tarde, la británica Lorraine Yates encontró en Swanage, en el sur de Inglaterra, una botella con un mensaje que seguía siendo legible. La mujer, con los únicos datos que tenía, el nombre y el lugar de origen del autor del mensaje, se decidió a buscar en Facebook.
Cuando el belga leyó la contribución de Lorraine en su perfil no sabía de qué le estaban hablando, pero, una vez que ésta le mencionó el nombre del barco, se acordó de aquel mensaje que envío cuando era un adolescente.
En Marzo de 2011, Daniil Korotkikh, un joven ruso de 13 años, caminaba con sus padres en la playa de Kaliningrado, Rusia; cuando vio algo que brillaba en la arena. "Vi que era una botella y me acerqué porque me parecía interesante", "Parecía una botella de cerveza alemana con tapón de cerámica, pero al observarla más de cerca, me di cuenta que llevaba un mensaje en su interior", dijo Korotkikh.
Rompieron la botella y encontraron un mensaje parecido al del joven granadino. Era de un niño alemán. Su padre, que habla un poco de alemán, tradujo la carta cuidadosamente envuelta en papel celofán y sellada con un vendaje médico; decía: «Mi nombre es Frank y tengo cinco años. Mi padre y yo estamos viajando en un barco a Dinamarca. Si encuentras esta carta, por favor escríbeme de vuelta, y yo te contestaré». En la esquina superior de la carta, la fecha: 7 de Septiembre de 1987, incluía una dirección del pueblo de Coesfeld. Sus padres aún vivían en la dirección que estaba en la carta, de esta manera Frank Uesbeck pudo ser ubicado, para el momento,   el niño de la carta, Frank tenía 29 años, un hombre casado que trabaja en un banco. "Al principio no lo creía", dijo Uesbeck. De hecho, apenas recordaba ese viaje, y del mensaje, que fue en realidad redactado por su padre.
El niño ruso dijo que no puede creer que la botella permaneció 24 años en el mar: "No habría sobrevivido en el agua tanto tiempo", dijo. Él cree que estuvo escondida bajo la arena donde la encontró, en el istmo de Curlandia, una franja de arena de 100 kilómetros en Lituania y Rusia.
Esa botella fue encontrada casi un cuarto de siglo después que se lanzó al Mar Báltico. Los niños, hoy ya hombres, son amigos.
Sean Bercaw coincide. Como capitán y maestro de Connecticut, Bercaw ha estado obsesionado con las botellas a la deriva desde principios de la década de 1970, cuando él y sus padres zarparon por todo el mundo en un queche de 12.5 metros llamado Natasha. Con 10 años de edad, Bercaw dejó caer al costado 40 botellas – “mis papás no bebían, así que tuve que pedir botellas detrás de bares en los puertos de escala – y recibí dos respuestas”, apunta.
Veinticinco años después, empezó otra vez el proyecto. Actualmente ha lanzado al mar más de 250 botellas y ha recibido 50 respuestas.
“Niños de siete años y gente de 70 ha encontrado mis botellas y me ha escrito”, dice. “Una vez lancé dos frente a la Costa Este, con un día de diferencia. Ambas llegaron a Francia. Pero sólo me contactaron por una aproximadamente año y medio después. La otra demoró diez años”, precisa.
Bercaw favorece las botellas de vino con corchos apretados (“flotan mejor”) y sella sus mensajes escritos a mano en bolsas de plástico, para protegerlos del agua aún más. Explica que la presión del agua ayuda a mantener sellada una botella, así que una que derive por debajo de la superficie – como la botella de hace 98 años encontrada en Escocia, que Bercaw sospecha que se alojó durante mucho tiempo en la cama del mar – tiene un sello más fuerte que una que flote más arriba, sobre las olas.
“Una de las cosas que me parece fascinante de los mensajes en las botellas es cómo juntan las cosas”, dice Bercaw. “En nuestra sociedad, muchas veces es 'esto/o’ – están las ciencias y están las humanidades. Pero con las botellas a la deriva son ambas: se aprende de corrientes oceánicas, pero los propios mensajes son tan humanos”, considera.
 “Una vez, un tipo de Bahamas me llamó”, recuerda Bercaw, y me dijo a través de un teléfono satelital: '¡Hola! ¡Encontré tu mensaje en una vieja botella!"
En Panne, un pintoresco pueblo turístico belga de unos 10.000 habitantes. Se encuentra en la costa norte del país y está bañado por el Mar del Norte. Es una localidad turística en la que veranean en su mayor parte belgas y franceses, debido a la cercanía con la frontera. Además, cuenta con las playas más amplias de la costa belga.
El año pasado (2012), niños de entre diez y once años de una escuela de la localidad fueron a limpiar la playa con su profesor Lermuytte Kurt. Allí hay programas de ecología en donde las escuelas organizan batidas de estudiantes para asear lugares públicos.
Uno de los niños encontró una botella que llevaba un papel dentro. El niño le dio el casco al profesor, que decidió romperlo para ver qué decía el mensaje. La carta era de un joven granadino de 16 años que había tirado la botella en Santander y en ella decía que si la encontraba alguien, que por favor, le escribiera, que él le iba a contestar. Lo insólito del caso es que aquella botella había sido arrojada al mar Cantábrico en 1996: ¡hace 16 años!
El nombre del joven granadino es Jesús Domingo Arias López y puso una dirección a la que deseaba que le escribieran: “Centro de Visitantes El Dornajo. Carretera de Sierra Nevada. Km. 23. 18196 Granada”.
Jesús Domingo tiene hoy 32 años y seguro que no sabe aún que aquella botella que él lanzó al mar cántabro ha aparecido 16 años después en una playa belga.
El profesor Lermuytte Kurt, de la escuela De Panne, se ha dirigido a la Oficina Municipal de Información Turística de Granada en la que pide información sobre el joven y requiere ayuda porque dice que los niños que han encontrado la botella quieren conocerlo. Por eso preguntan a la oficina municipal si esa dirección es correcta o más datos para intentar encontrar al chico que escribió esa carta. Lo han intentado a través de Internet pero, al parecer, no lo han conseguido, la búsqueda ha resultado infructuosa hasta este momento.
El profesor piensa que debió ser un chico granadino que estaba de viaje de estudios en Santander y decidió escribir el mensaje y lanzarlo al mar. Por entonces no existía el correo electrónico y, mucho menos, las redes sociales, por lo que Jesús Domingo tal vez quería relacionarse con personas de otros países y se aventuró a probar suerte de esa manera.
Según algunas personas que conocen bien el mar, la botella no ha podido estar todo ese tiempo en el agua, probablemente llegara a la playa y quedara enterrada en la arena, hasta que estos niños belgas la encontraron.
Una familia canadiense cuya hija tiró al mar un mensaje en una botella que más de un año después fue encontrada en una playa de Tenerife, visita desde ayer Santa Cruz de Tenerife. Llega para rendir homenaje a la joven mensajera, que falleció en un accidente sin saber que su comunicado había sido recibido.
Los hermanos Siobahne y Andrew John Riggs tenían 5 y 8 años de edad en agosto del 2001, cuando escribieron dos mensajes que guardaron en dos botellas de plástico sujetas a una cuerda. Su padre las lanzó al mar desde un barco, frente a la costa de Nueva Escocia, en Canadá. Las botellas fueron encontradas dos años después por Emérita Castellano, vecina del pueblo de Taganana, en Santa Cruz de Tenerife.
 Emérita llevó las botellas a la escuela unitaria Anaga, donde el profesor de inglés Tomás Herrera, su auxiliar Patrick Dennis, y la directora del colegio, María Angeles Claveríes, tradujeron el texto e intentaron contactar con la niña.
En el mensaje, la autora se presentaba y pedía a quien lo encontrara que no tirase la carta a la basura y que le respondiera. También decía que su padre, que trabaja en un barco, no creía en estos mensajes hasta que en 1998 lanzó una carta en otra botella y le respondieron desde el Golfo de Vizcaya.
Cuando los maestros lograron contactar con la familia John Riggs descubrieron que la autora del mensaje había fallecido en un accidente mientras la botella llegaba a Canarias impulsada por la corriente del Golfo. Los profesores intentaron comunicarse con la familia canadiense a través de internet, cartas y postales. Finalmente, y tras numerosas gestiones, la familia respondió y ayer llegó a Canarias, acompañada por amigos de Siobahne.
Más melancólico fue el hallazgo de Javier Godoy, que a fines de 2008 recuperó una carta que había escrito Estela Ojeda en memoria de su hermano Antonio, muerto en el hundimiento del Crucero General Belgrano durante la Guerra de Malvinas. La misiva había salido de Ushuaia en 2005. “Muy querido hermano Javier: escribo esta carta sabiendo que nunca la leerás. Te imagino llegando a tu hermoso barco, con tus amigos. Pero lo más doloroso es imaginarte partiendo por este canal y no regresar. Tienes ese mar argentino como tumba y tu nombre está en muchos monumentos”, reza el mensaje que, paradójicamente, fue recogido en Punta Burshem (Chile).
Y siguen apareciendo más historias de botellas viajeras el 7 de Mayo de 2010, dieron la noticia de otra botella viajera con mensaje en su interior. La carta llegó en una botella de cristal y fue a parar a manos de Ángeles Pazos, una mujer que acostumbra a pasear con su perro por la playa de San Pedro de Muro en Porto do Son (Ribeira - A Coruña). Junto a su marido, en casa, intentaron descifrar el contenido del mensaje. Al introducir algunas palabras en Internet descubrieron que estaba escrita en flamenco. No está firmada ni datada, aunque en ella aparece una dirección: el número 44 de Klokke Roeslandstraat, en Roeselare, a 30 kilómetros del mar del Norte y cerca de Brujas. Ángeles Pazos pensó que se trataba de una carta de amor, aunque no pudo traducirla en su totalidad debido a que está escrita a mano y es difícil descifrar todas las letras. Lo que sí logró fue localizar el domicilio gracias a Google Earth. Pero la noticia traspasó fronteras y ha desperto el interés no solo en el entorno de Porto do Son, sino también en el país de la capital europea. Desde los diarios belgas Sud Presse y Het Laatste Nieuws se interesaron por este original hallazgo y realizaron una parte importante del trabajo de investigación por esta ribeirense, traduciendo la carta y desplazándose hasta Roeselare para localizar al remitente.
Según lo que han podido traducir de la epístola, ha sido escrita por un hombre y se trata de un mensaje para su hijo o hija, cargado de tristeza, como una despedida o como si estuviera muerto o desaparecido. La carta comienza con un «Mi pequeño tesoro» y en ella evoca el amor que siente por el pequeño y también por su mujer. Dice que, aunque ya no está aquí, lo puede ver cuando cierra los ojos, que mira el océano frente a él y el cielo de color rojo y piensa en el niño. En cuanto a la dirección, se investigó que la vivienda está abandonada desde hace varios años. Según cuentan los vecinos del lugar, hace más de veinte años vivió en esa casa un tal Pierre Vandommele, junto a su mujer. Han intentado localizarlo en otra localidad, pero solo hay dos personas en toda Bélgica que respondan a esos datos, y no es ninguna de ellas. Nadie sabe si el autor de esta carta ha cambiado de país o si ha fallecido. Pero su historia ya ha salido del anonimato. La curiosidad se ha apoderado de Ángeles Pazos, que está deseosa de conocer más datos sobre este misterioso mensaje. También ha generado expectación en los medios belgas. «Parece que a los belgas nos gusta tirar botellas al mar».
Una adolescente japonesa expresó su gratitud el 17 de Septiembre del 2011, después de que un marinero de EE.UU. en Hawaii encontró una botella que ella había lanzado al mar en la costa sur de Japón cuando era niña y dijo que estaba encantada de volver a contactar a sus antiguos compañeros de clase como resultado del hallazgo.
Saki Arikawa (17 años), dijo que casi se había olvidado de la botella y en un principio no podía creer que se hubiera encontrado después de cinco años.
La botella de vidrio transparente fue encontrada el jueves por el suboficial de la Armada norteamericana, Jon Moore, durante una limpieza de la playa en el Centro de Misiles del Pacífico en la isla de Kauai.
La botella contenía cuatro grullas de papel – símbolo de la paz en Japón -, así como una foto de la clase de la escuela primaria de Arikawa y una nota fechada el 25 de marzo de 2006 firmada por ella diciendo que quería que el mensaje en la botella fuera “un recuerdo de su graduación”.
La noticia de la recuperación de la botella volvió a reunir a una docena de sus antiguos compañeros de clase, quienes estudian en diferentes escuelas secundarias, así como al profesor de la clase.
“Gracias a la botella, algunos de nosotros volvimos a reunirnos y nos lo pasamos muy bien”, dijo Arikawa. “Ahora me gustaría conocer a la persona que amablemente salvó la botella”.
La botella fue una de las muchas que se lanzaron al mar en el año 2006 cuando su clase se graduó de la Escuela Primaria Kokubu en Kagoshima. Ella y sus 31 compañeros de clase lanzaron al mar cinco botellas cada uno, incluyendo la que se encontró en ese momento.
Tres botellas de otros compañeros ya habían sido recuperadas anteriormente, dos de ellas en Alaska y una tercera en otro lugar de Hawaii.
En octubre de 2010, Clara Wall lanzó MSJ en-botellado, un “proyecto de participación colectiva que pretende intervenir un mundo de realidades virtuales con “comunicación tangible”. ¿Las premisas? Una botella decorada, a la deriva en el cemento, y la circulación humana que actúa como canal para transportarla. “Se me ocurrió que sería interesante expresarnos liberando material en diferentes rincones de la ciudad”, dijo la creadora. Platense de nacimiento pero radicada en Capital, Wall es consciente de que la jungla de asfalto puede ser tan vasta como las mareas. “Cada envío tiene un número que lo identifica y una etiqueta que invita a “seguir la corriente”, explica la chica, que actualiza sus novedades a través de enbotella2.blogspot.com.
El experimento se estrenó a finales de ese año. Clara cargó su mochila con mensajes y dedicó varias horas a depositarlos por las esquinas. “Al toque me llegó la primera foto, de una nena que había encontrado una botella en una plaza y la había llevado a otra”, rememora. También había dejado algunas cerca del Museo de Bellas Artes: “A los pocos días un señor que las había colgado con piolines de la rama de un árbol me adjuntó otra imagen”. Hasta ahora ha recibido noticias desde Colombia, México y hasta de Dinamarca. “Una de las metas es convertir el vidrio –que tanto tarda en biodegradarse– en herramienta para relacionarnos”, aclara Wall. El ciclo se corta cuando el primer egoísta decide quedarse con el recipiente, o destruirlo. “Tiene su dificultad. Haciendo esto me di cuenta de cómo cuesta desprenderse de los objetos que a uno le gustan”, resume la artista, que ha soltado más de cincuenta piezas.
El intendente de la Guardia Urbana de Barcelona, Carles Reyner, se sintió el 12 de Octubre de 2012, como Kevin Costner al hallar en el fondo del mar del litoral de la ciudad de Barcelona, una botella que contenía el mensaje anticrisis de una joven, de nombre Judit, que desea que todos sus amigos encuentren trabajo.
Como en la romántica película Message in a Bottle, que en 1999 dirigió Luis Mandoki adaptando la novela homónima de Nicholas Sparks, el intendente Reyner ha destapado la botella, trémulo por pensar que desvelaba una intimidad, ¡quizá una historia de amor!, que los submarinistas voluntarios del cuerpo han encontrado. La botella, de color verde, con tapón de rosca y tipo cava benjamín, fue hallado durante los trabajos de limpieza del fondo marino que desde hacía cinco años llevan a cabo anualmente agentes voluntarios de la Guardia Urbana y que ha supuesto retirar toda clase de desperdicios y artefactos que ensuciaban el fondo marino barcelonés.
Entre cañas de pescar rotas, piezas de motocicleta, sillas de playa, un cono de tráfico, potes llenos de pintura, gafas de bucear y otros utensilios, los submarinistas han encontrado la botella tapada y con un papel dentro.
La han sacado con cuidado y se la han entregado al intendente, al que han animado a abrirla pese a que algunos han comentado que no debía destaparla porque ello supondría quitar el anhelo de quien escribió el mensaje y no se cumpliría su deseo.
Reyner ha explicado que al principio dudo, pero que luego decidió abrirla y leer el mensaje él primero por si se trataba de alguna cuestión personal. Le costó mucho destapar la botella porque el tapón de rosca estaba atrancado con la arenilla incrustada desde hacía tiempo. Con fuerza e insistencia, el tapón cedió y, con cuidado extrajo un papel amarillento con un texto manuscrito a tinta de bolígrafo, y lo leyó para sí.
"Lo firma Judit, no tiene fecha ni lugar de origen", ha explicado el intendente.
"El mensaje eran unos cuantos deseos de una chica joven que había acabado sus estudios. Pedía que sus amigos encontraran trabajo, que se supere esta crisis y acababa deseando que se cumpliesen todos los deseos de la gente", "Lo firma Judit, no tiene fecha ni lugar de origen", dijo el intendente de la Guardia Urbana.
Tras leer la carta y comentarla con algunos de sus agentes, todos acordaron que lo más adecuado "y lo más romántico" para respetar los deseos de la joven era volver a meter el papel en la botella, cerrarla de nuevo y dejar que siga surcando el Mediterráneo. Los agentes han trasladado la botella en su barca a unas decenas de metros lejos de la playa y la han vuelto a depositar entre las olas para que el deseo de Judit siga navegando, llegue a su destino y ojalá se cumpla pronto.
Los mensajes lanzados al mar en una botella han pasado de ser una práctica casi relegada al olvido a ser unas verdaderas piezas de arte, como refleja la exposición que se inauguró el 11 de Agosto de 2007 en Termoli, al sur de Italia, con 80 de estas misivas.
El organizador de la singular exposición es Roberto Regnoli, un médico italiano de 63 años que desde 2005 recopila los mensajes que recoge en sus paseos por la playa, junto a su perro Dago.
La colección contiene desde el saludo de turistas extranjeros en una tradicional hoja de papel hasta unos calzoncillos donde un náufrago solicita auxilio y da su número de teléfono, aunque avisa que tiene "poca batería".
El surtido de mensajes de Regnoli fue ampliado durante la exposición, abierta hasta el 13 de agosto, cuando abrió la última botella encontrada hasta ese momento y leyó el mensaje que contenía.
A través de esta pasión, Regnoli ha podido encontrar a quienes, además de sus pensamientos, incluyeron en la botella la forma de contactar con ellos. Sus tres primeros hallazgos no están documentados porque "al principio era sólo curiosidad y los conservaba sin un motivo preciso". Desde ese momento, los mensajes que encuentra son ordenados por la fecha de su hallazgo y clasificados después de hacerle fotografías.
En muchos casos el mensaje está escrito en un idioma que Regnoli no conoce y por ello pide la colaboración de quien visita su web para ayudar a descifrar textos que "en su mayoría son de amor". Para Regnoli, en la era tecnológica "aún quedan románticos que, a través de un mensaje metido en una botella, confían al mar sus pensamientos, bromas o aquello que no tienen el valor de decir".
Antes de finalizar, les confieso que: El 10 de Agosto de 2012 a las 12:30, como gaviota aventurera subí en un barco llamado “Golondrina” en el histórico puerto de La Vela de Coro (Estado Falcón) y soñando que estaba bajo la atenta mirada del gran almirante Cristóbal Colón (en este caso, el Capitán José Vera) que alzaba su mano indicando el camino hacia el horizonte, partí. Tras 45 minutos de ardua travesía, esperanzada lance al mar una botella con un mensaje de sueños deseados que decía:
Mi nombre es Ahicher, tengo 51 años y mi sueño es ver a Venezuela, como un país libre, democrático y su pueblo unido como siempre lo fue. Yo voy a cumplir mi sueño ¿y tú?. Eres una persona afortunada por encontrar mi mensaje en un océano. Seguro que tu sueño se hace realidad. Por favor, escribe en este papel nombre, lugar, fecha y sueño; devuelve la botella al mar.
Me harías muy feliz si me llamas a los teléfonos: (xxxxx – xxxxx) o escribes al correo: (xxxxxxx) diciendo cuando y donde has encontrado la botella, además de tu sueño. Identificando tu mensaje en asunto como: “El cumplimiento de tu sueño está en camino, el mío también”.
Mi botella viajera alcanzó la playa de Villa Marina (Punto Fijo, Estado Falcón) y un amable soñador se hizo con ella el 11 de Agosto de 2012. Una docena de kilómetros y escasas 24 horas duró su impredecible viaje.
¿Serás una botella poco aventurera o quizá ávida de cumplir sueños ajenos? Seguro que Daniel verá cumplir su sueño (Una casita de madera). Me ha dicho que la devolvió al mar. GRACIAS UNA Y MIL VECES.
Espero que mi botella siga flotando y sea encontrada por soñadores que vean cumplir sus sueños…
Navega lejos mi botella viajera, esperamos saber de ti y de los sueños cumplidos… No dejes de mirar al mar.

2 comentarios:

  1. Ha sido muy interesante leer este articulo acerca de los mensajes encontrados en muchas partes del mundo,tanto en casas antiguas,islas playas,etc.Yo ,estaba interesado si es que encontraba alguna mencion sobre una botella que lanze con in mensaje acerca de romanticism entre yo y mi enamorada de aquel tiempo.Yo,un muchacho Peruano y ella Americana.luego nos casamos por unos 7 anos.FUE EN 1960 en el viaje a la Isla de Creta,La botella fue lanzada al mar y 3 anos despues fue encontrada en una Isla por in cientifico europeo y la envoi al "Diario la Cronica" de Lima-Peru.Dicho mensaje Aparecio en el Dominical de dicho diario en el ano 1972 oalgo asi.Mi nombre es Ramon Martinez y radico en Colo. Speings CO.USA.Aun conserve la pagina original del Diario con dicho mensaje.

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  2. Me gustaria que este comentario sea publicado en el Diario el Comercio de Peru.Mi email:pitucazevallos@gmail.com {pituca}es en honor de mi primera perrita cuando era nino.

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